Tras la llegada de Cristóbal Colón en 1493, España se anexionó Puerto Rico, antiguamente habitado por los indígenas taínos. En comparación con colonias ricas como Perú y Nueva España, Puerto Rico ocupaba una posición menor pero vital dentro del Imperio español. A finales del siglo XIX había surgido una identidad puertorriqueña distinta, basada en una combinación de influencias indígenas, africanas y europeas. Tras la guerra hispano-estadounidense, Estados Unidos tomó posesión de Puerto Rico en 1898.
Aunque Puerto Rico había comenzado recientemente su experimento de autogobierno, concedido por los gobernantes españoles en 1897, la transferencia de la autoridad final de España a los Estados Unidos en 1898 fue recibida inicialmente con entusiasmo por sus ciudadanos, que vieron la oportunidad de expandir los valores democráticos americanos y el desarrollo económico. A pesar de que el traspaso supuso un cambio social significativo, las esperanzas de los puertorriqueños en el progreso político y económico disminuyeron durante las tres primeras décadas del siglo XX
Debido a siglos de inmigración y asimilación cultural, la población de Puerto Rico es étnicamente diversa. Aunque las personas de ascendencia española y otras europeas siguen siendo valoradas entre los elementos más elitistas de la sociedad, hay pocos prejuicios raciales manifiestos.
Después de que Fidel Castro tomara el poder en Cuba en 1959, llegaron más inmigrantes procedentes de Estados Unidos, a los que se unieron más de 20.000 exiliados cubanos. En las décadas siguientes, llegó una afluencia aún mayor de demandantes de empleo procedentes de la República Dominicana.